El valor de la consciencia en el liderazgo femenino

Hemos sido tanto testigos como parte de las diferentes transiciones que ha tenido el rol de la mujer dentro del ámbito empresarial, político y socioeconómico.

Existen un sin número de estudios que respaldan como el género femenino es un índice importante en el desarrollo de la economía global, así como en la transformación de paradigmas culturales. De igual manera, existen también datos históricos que cuentan cómo la mujer siempre ha jugado un rol vital en el desarrollo de la humanidad; siempre hemos trabajado indirecta o directamente hombres y mujeres, la diferencia es que ahora es más visible.

En la medida que se han visibilizado los cambios históricos y que las mujeres lograsen su “papel”, surge el concepto de Liderazgo Femenino, el cual enfatiza principal y únicamente el liderazgo de la mujer en áreas empresariales, emprendimiento, política y activismo. Afortunadamente, a lo largo de la historia múltiples mujeres han marcado y seguirán marcando hitos trascendentales en la inclusión de género en áreas donde no teníamos espacio para el reconocimiento y visibilización como piezas estratégicas y ejecutoras claves.

No obstante, aunque se han abierto un abanico de posibilidades en el desarrollo de nuestro género, también se han generado problemáticas en cuanto a nuestra identidad individual y, por lo tanto, en el desarrollo de la identidad colectiva del ser humano.

Si ponemos atención podemos observar cómo las tendencias, movimientos, modelos tradicionales y de esta nueva era, con o sin intención, promueven la separación y desintegración, eliminando así el entendimiento de que como individuos somos un todo con diferentes roles o funciones, y que como sociedad también somos un todo con diferentes actores que cumplen diferentes roles y funciones para que el sistema funcione.

Ahora, la pregunta, es: ¿Es esto funcional?

El famoso empoderamiento femenino ha cuartado, ignorado y hasta eliminado las otras partes de la identidad femenina; no solo la productiva, sino también la emocional, espiritual y relacional.

Nuestra propuesta para seguir impulsando un liderazgo humano es hacerlo desde la consciencia integrada de nuestra esencia e identidad para que las nuevas historias que se escriban no sigan yendo por un enfoque de miedo, defensa, protesta, lucha ni separatismo, si no todo lo contrario: escribamos una nueva historia sobre nuestro liderazgo femenino: integrador, conciliador, empático y circular.

Entendamos primero que el liderazgo no aplica solo para situaciones, sistemas o espacios dónde existen estructuras jerárquicas; el liderazgo recae en la capacidad de influencia, y todos los seres humanos tenemos influencia en nuestros entornos directa y/o indirectamente. Por ende, todos somos líderes; y como mujeres nuestro alcance de liderazgo no tiene fronteras. Nuestro liderazgo empieza desde la influencia que tenemos en nosotras mismas, en nuestro hogar, nuestros círculos cercanos, a nivel profesional y el impacto que tiene cada decisión y acción que tomamos.

Existen ya una gran cantidad de modelos, herramientas y metodologías de liderazgo a nivel corporativo, que, si bien pueden ser funcionales, no son construidos desde un enfoque que considere las características, fortalezas y virtudes que aporta la esencia femenina. Y no trato de negar o descartar modelos en los cuales las competencias y fortalezas vienen de la energía masculina sean los protagonistas, mi enfoque es integrarlos con los regalos de la energía femenina.

Esto busca generar un balance que no solo se ve reflejado en el accionar de quienes lo vivan, sino también el equilibrio se reflejará en los resultados y posibilidades que se crean a partir de ello.

¿Eres consciente de las ondas que generas en cada decisión y acción que tomas? Ya no estamos en épocas de ignorar o evadir el impacto que generamos; el mundo necesita de acciones intencionales y conscientes.

Si partimos del amor como nuestro eje principal, no existe ya espacio para la competencia, la deslealtad, la envidia, la separación, el egoísmo ni el enfoque netamente transaccional.

Vivir un liderazgo desde el amor nos permite construir desde la empatía, la colaboración e integración al ser consciente de que cada acto tiene un efecto en mi y en el otro.

A medida que mis acciones se mueven expansivamente desde y hacia el progreso integral, nuestras creencias, dinámicas y realidades se irán transformando también.

Desde esta visión también nos comprometemos con la evolución de nosotros, nuestro liderazgo y nuestro impacto, ya que es vital entender que somos seres de movimiento, evolución y no seres estáticos.

Entonces, ¿por qué nos casamos con un estilo, metodología o modelo de liderazgo que alguna vez aprendimos? ¡Es momento de innovar hacia dentro para innovar allá afuera!

La invitación está hecha. Atrévete a construir tu propio estilo de liderazgo, dónde el amor y la conciencia femenina complementan y apalancan esa otra parte de ti: la energía masculina.

Si conciliamos las dos, integramos entonces un liderazgo consciente, un liderazgo intencional, un liderazgo humano, en el cuál el amor es la brújula, el mapa y el compás.

¿Te suena más funcional?

Andrea Falconi